El Criterio es el Camino

La polarización ahoga el mundo. Los tintes medios se extinguieron. El gris, color que en antaño ofrecía puntos de encuentro, ha sido reemplazado, sin derecho a réplica, por el negro más potente y el blanco más fulminante. Ahora se es promigrante o antimigrante, ahora se es provida o proaborto, ahora se es independentista radical o españolista fascista, ahora se es chavista desquiciado o guadista acérrimo… No hay opción, o eres o no eres, así de fácil.

Las consideraciones son, hoy en día, siempre excusas; las reflexiones son únicamente para los débiles y la duda, la modesta y hermosa duda que antes nos permitía el aprendizaje recíproco y la construcción de puente intelectuales, se ha convertido en sinónimo de vergüenza, en reflejo de un carácter endeble, en la principal aliada de la exclusión.

Pero, espera, ¿a qué se debe esto?, ¿acaso no estamos en el siglo XXI?, ¿acaso las guerras mundiales y la imposibilidad de ponerse en los zapatos del otro que crearon lo más sangrientos enfrentamientos bélicos no fueron ya superados?, ¿acaso esa mentalidad obtusa que se niega a comprender y que es el origen de los mayores males del hombre no son parte del pasado?, ¿no? Pero entonces, ¿a qué llamamos evolución?

Parece que la violenta y sangrienta historia que nos une a todos los humanos no ha sido suficiente para enseñarnos la importancia de la empatía. Encerrados en nuestros propios discursos nos hemos vueltos ciegos y aliados de la discordia. ¿Qué nos importa la opinión del otro si por internet y redes sociales puedo unirme con los que piensan como yo? La polarización que amenaza el mundo no solo nos destruye y divide, sino que nos impide ver la realidad y canalizar nuestras energías para lograr cambios certeros.

Ante la avalancha de los bandos, parece que el criterio personal se convierte en la única salvación. Cada trinchera, a su manera, intenta reclutar seguidores y lavarles el cerebro hasta que no puedan criticar, ni poner en duda los principios del grupo, por eso, ante la alienación y el radicalismo solo queda aferrarse a la preparación individual.

Sócrates, Jesús, Galileo y miles más murieron por oponerse al discurso que se cree único y omnipotente. Parece que esta época requiere hacer lo mismo. Debemos prepararnos y educarnos para romper los discursos únicos y terminar de demostrar que a través de radicalismos no lograremos sino destruirnos.